Valdemaqueda- La Cabreruela

Empezamos la ruta en Valdemaqueda, villa de origen andalusí que aún conserva su encanto Medieval. Un pequeño lugar con grandes cosas que ver.
  
A las 9:30 todos estábamos en el punto de encuentro. El bar El Socio fue el elegido para tomar fuerzas antes de la larga ruta que nos esperaba. Nos atendieron muy amablemente y desayunamos como unos reyes.

  
Iniciamos la ruta por las callejuelas del pueblo hasta que llegamos a la senda principal que fue el lugar elegido para hacer la foto de principio de ruta un clásico de nuestro grupo.
  


El sendero estaba escoltado por impresionantes pinos de dimensiones que rara vez se ven. Las jaras estaban preciosas, sus blancas flores alegraban el camino.
  


   

Las primeras cuestas se presentaron ante nosotros. Las piedras sueltas, el sol que calentaba con fuerza dificulto nuestro primer ascenso. Realizamos varias paradas y cuando llegamos al final nos reagrupamos y descansamos un buen rato. 
  

Aun nos quedaba un buen trecho que recorrer, los paisajes que vimos eran muy bonitos. Pero aun nos quedaba un duro camino que recorrer.

  

  
¡La aventura es la aventura! Nuestros mapa de Wikilok nos indicaba que los siguientes kilómetros serian duros y campo a través. Perdimos mucho tiempo en aquel ascenso sin final donde la vegetación, las piedras y la fuerte inclinación del terreno nos agoto.




El descanso que realizamos nos dio energías para continuar la marcha. Ante nuestros ojos teníamos un pequeño refugio de piedra. Las vistas eran impresionantes pero aun teníamos que llegar a lo más alto.







Llegamos a lo más alto, el punto geodésico desde el que divisaríamos, los valles de la Hoz y Sotillo, el pueblo de Hoyo de Pinares, la estación espacial de Cebreros, y la cercana Almenara.
 


Continuamos la marcha de forma descendente por aquel camino que de forma extraña con sus eses nos alejaba y acercaba al lugar donde debimos regresar el pueblo de Valdemaqueda. La única satisfacción fue cuando nos encontramos con el arroyo que nos dio alegría. Caminar junto al agua siempre le da a uno vida a la hora de caminar. Cuando contemplamos aquella pequeña cascada realizamos una pequeña parada para retomar energías y refrescarnos.
Recuperadas las energías nos pusimos en marcha ahora nos tocaría cruzar el pequeño arroyo y caminar nuevamente en dirección opuesta a nuestro sentido. Estábamos un poco desconcertados pero el mapa que estábamos siguiendo nos indicaba que seguíamos la senda.



 
Llegamos a una nueva senda en la que sí o sí teníamos que ascender por un duro camino de piedras sueltas escoltados por las jaras y vigilados por el sol. Aquello mermo muy mucho los ánimos de los chic@s del grupo.El agua se terminaba llevábamos muchos kilómetros en nuestros pies y el calor era insoportable. Ascendimos aquel cerro y nuestras fuerzas mermaron.

Tras una larga parada retomamos nuestra marcha. Faltaba mucho camino que recorrer y ahora no quedaban cuestas que subir. El descenso fue rápido y sigiloso. Los primeros fuimos sorprendidos por una madre coraje de perdiz que ante nuestras atentas miradas realizo un descenso de camino desplegando las alas, sin volar. Un segundo después entendimos su actitud estaba protegiendo a su perdigón o perdigones,de nosotros.

          

              
Caminamos durante un largo tiempo por una senda de altos pinos y más de uno , el que escribe el primero debido al cansancio y la falta de agua quiso y vio una fuente en el camino. El pueblo estaba muy muy cerca pero...
Realizamos un pequeño desvió en el camino para ver el famoso puente Mocha o como es conocido como Puente de los Cinco Ojos, realmente está formado por cuatro bóvedas a medio punto y dos vanos de losas planas a ambos lados, de sillería de granito.

Llegamos al pueblo exhausto. En el primer lugar donde pudimos compramos agua y nos hidratamos.Más de veinte kilómetros y un calor insoportable hicieron que nuestra llegada a Valdemaqueda no fuera nada épica pero...
Lo que fue épico, sin duda , la fiesta fin de ruta. Una vez más reímos, cantamos, cotilleamos...Bueno lo que hacemos en una celebración cuando terminamos una ruta. Una hora más y nos echan a palos del local.
Una ruta más podíamos decir aquello de...


¡RUTA CONSEGUIDA!